Ayer aprendí una de las lecciones más importantes en mi vida. No tuvo lugar en ningún aula de universidad, ni tras las cuatro paredes de un colegio, ni la persona que me lo hizo comprender era una profesora con titulo. Sin embargo está claro que era maestra, maestra de vida, con años de experiencia y ganas de vivir.
En las últimas semanas hemos entablado largas conversaciones, en realidad es ella quien habla, a mi me encanta escucharla. Siempre usa palabras dulces y un tono cariñoso, es posible que ella no lo sepa, pero es una comunicadora nata.
Cómo lo haga no lo sé, pero tras una charla con ella consigue que yo me sienta mucho mejor y sobre todo que me vaya con la sensación de haberme quitado una gran venda de los ojos. Hablamos de cosas del día a día, cosas que a ambas nos han sucedido, que por motivos de la edad, a ella le sucedieron mucho antes que a mi, pero que por cosas del destino parece que ambas recorremos el mismo camino.
Ayer sin quererlo pronunció las palabras mágicas, las que hicieron que de repente algo cambiase dentro de mi y por fin lo vi todo claro. Nos pasamos la vida demostrando a los demás quienes somos y marcamos las distancias con todos, creamos una escala artificial y a cada uno lo colocamos en un peldaño, incluso somos tan prepotentes que bajo ese escalón ficticio que ostentamos nosotros mismos colocamos a muchísima gente, en base siempre a estereotipos.
Las palabras que cambiaron todo fueron "yo sé quién soy y de lo que soy capaz, no necesito demostrarlo", "no necesito hacer ver a los demás que soy mejor, yo ya lo sé".
Y que razón tiene, todo parece estar gobernado por la escala social, pero no es el mejor el que se encuentra en lo alto de la pirámide. El que realmente corona la cima es el que conoce sus limites, quién los cuestiona cada día y con buenos ánimos intenta hacer todo de la mejor forma posible.
Mi maestra de vida es la persona que cada noche viene a limpiar la oficina. Blanca, vive pluriempleada porque le gusta estar activa y sentirse útil y porque el sueldo de un obrero no alcanza para llegar a fin de mes.
Llevo un año en esta ciudad, Bruselas, por motivos de trabajo he conocido a numerosas personas, todas ellas siguiendo esa pirámide social, tremendamente interesantes. Para mi, la única realmente interesante, la única persona que en todo este tiempo me ha conseguido enseñar algo y de la que espero seguir aprendiendo ha sido Blanca.
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Hace 7 años
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